Pensó en todas las mentiras que invadieron su vida. En ideas sin resolver, el papel sin escribir y el libro sin abrir. El maestro, que repite el mentiroso teorema del triángulo. La mendaz historia de los griegos que, por su lejanía en el tiempo, era imposible recordar. El indemostrable origen de las especies. La antigüedad, dudosa, de la presencia del hombre en la Tierra. El falsario código del abogado y la impostora e insidiosa prédica del misionero.
Solo
creyó en la inexistencia de la muerte. No pudo demostrarlo.
Alberto Fernández
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Excelente, Alberto, como de costumbre.
ResponderBorrarDeberiamos empezar desde el principio, volvera inventar el fuego, no dar por supuesto nada y desde luego no intentar demostrar que la vida se acaba, lo indemostrable.Pilar
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