sábado, 8 de diciembre de 2018

El reflejo - Pilar Galindo Salmerón


Cada noche, Tania sueña que alguien robó su reflejo en el lago y cada mañana, al despertar, se busca ansiosa en la ciudad sumergida que, fiel al papel de espejo que le ha sido encomendado, le devuelve la imagen de su belleza cansada, del desorden rubio de sus cabellos, de sus ojos escrutadores. Tania se mira y pregunta a su doble invertida qué hace ahí, repitiendo sus gestos, ¿acaso te burlas o no sabes hacer otra cosa que imitarme? Pero cómo todas las otras veces, la mujer que vive en el lago mueve los labios para formular las mismas preguntas, repite el gesto de frustración de Tania y va abandonando su puesto en el mirador de la casita, a medida que la mujer real se dirige al interior de la suya para preparar un café; el que tomará asomada al balcón, mientras contempla como la otra bebe en una taza pareja de la suya, el mismo café endulzado con los dos terrones, que ella acaba de poner en su taza.
En Valdrada todos se saben imitados por los habitantes de la ciudad espejo, pero están tan hechos a ello que lo olvidan muchas veces y viven su propia vida ajenos a la mímica de sus personajes inversos.
Tania es distinta, desde niña sintió una gran curiosidad por la Tania de agua y el paso del tiempo no ha hecho más que ahondar el misterio y aumentar sus interrogantes ¿Es que nadie se pregunta nada en el mundo de ahí abajo? ¿Piensan en lo que hacen? ¿Hacen todo sin pensar? ¿Se cansan cuando yo me canso? Si yo me marcho, ¿vendrá ella conmigo?
La mañana es todavía una promesa. Un amanecer amoratado, roto aquí y allá por la primera luz del día que se mira en el lago. La calma es total. Cuando Tania pone un pie en el agua, pequeñas ondas se repiten sobre la superficie quieta. Ella camina muy despacio, siempre guiada por el reflejo de la puerta que dejó abierta al salir. Nadie va a cerrarla. Tania entra en su casa sumergida y mira hacia la otra, la real. Allá arriba continúa la puerta abierta pero nadie se asoma por ella. Es la primera vez que Tania no tiene réplica. Mira en todas direcciones esperando encontrar su imagen; mueve los brazos, se contorsiona… nada.
Todos duermen en ambas ciudades. Todos menos Tania, que espera impaciente que alguien despierte allá arriba para que se avive el espejo que ahora la atrapa, tal vez entonces recupere su reflejo…
Tania encontrará respuesta a todas sus preguntas, pero deberá pagar un alto precio por ello. La mujer ha roto el equilibrio de las ciudades gemelas. Ahora falta una sombra. La suya.
Anhelaba penetrar en el misterio del lago y en ello está, pero ya siempre andará sola, rodeada de reflejos ajenos.
Pilar Galindo Salmerón

3 comentarios:

  1. Ne encanta como todo lo que escribes. Cada vez mejor que la anterior.

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  2. Es la parábola que nos define, ya qué todos morimos buscándonos intentándo saber quién somos.
    Escrita con un lenguaje poetico precioso y preciso.

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